Es conocida la expresión de “estar en una nube de pedos” para referirnos a personas que están en su mundo o desconectadas de algo que haya sucedido. Parece que la nube en la que nos encontramos puede ser hoy conocida más en detalle hasta notar que cada nube continen un perfil microbiano característico.

Donde quiera que vayamos, estamos rodeados e inmersos en un aura de microorganismos. Convivimos con millones de microorganismos (nuestro microbioma, que supera en número de cálulas a las humanas en una relación de 10 a 1) y muchos de ellos desde las manos, la boca van conformando una especie de burbuja microbiana.

No solamente el microbioma es el conjunto de microorganismos del intestino que es motivo de investigación actual alrededor del mundo, si no también esa burbuja microbiana que nos rodea y, por ejemplo, los de nuestra piel, poblada por millones de microorganismos. Estos se alimentan de los grasas que se filtran de la piel, las células muertas, restos de materia orgánica, y unos de otros. “En un solo centímetro de la piel, se pueden encontrar miles de bacterias”, dice James Meadow, ex investigador de la Universidad de Oregon y co-autor de un artículo publicado en la revista peerj microbioma1.

Al rascarnos la cabeza, fragmentos de células, bacterias y hongos levantar el vuelo. Al estornudar, eructar, dar la mano, etc. muchos microbios circulan por la nube. Y también la eliminación de gases es un medio por el que se forma la burbuja. Aquella nube de pedos, es una auténtica nube microbiana.

Meadow y sus co-autores querían saber si esta nube era detectable, y si su firma ADN varía significativamente entre los individuos. Hicieron un par de experimentos con grupos de dos personas sentadas en salas esterilizadas.

En el primer experimento, cada uno de los sujetos se sentó durante cuatro horas jugando en una computadora portátil mientras que un círculo de filtros de aire capturaba sus nubes bacterianas, y en bandejas se recogían las partículas que caían. Los investigadores recogieron las pantallas y extrajeron el DNA.

Después, los científicos decidieron repetir el experimento con más voluntarios y utilizando sólo las bandejas del piso. En este segundo experimento los voluntarios pasaron sólo 90 minutos en la sala.

“Si estás lo suficientemente cerca para darle la mano a alguien, usted está en su nube microbiana”, dice Meadow. “Cuando alguien camina al lado de otra persona y se siente la brisa, te estas llevando sus bacterias”. Eso significa que usted comparte los microorganismos con sus compañeros de trabajo, miembros de la familia o con la gente que viajar en el tren.

Entonces, ¿cuán diferentes podrían ser las nubes microbianas de los individuos realmente? Los dos ensayos mostraron que, al menos en 11 personas las nubes microbianas variaban considerablemente de una a otra. También observaron que diferentes personas arrojan microbios a un ritmo diferente.

Ese conocimiento le ayudará a la investigación del microbioma en que ahora se tendrá en cuenta las nubes de microbioma para los campos como las enfermedades contagiosas y la medicina forense. En los hospitales, por ejemplo, nadie sabe realmente cómo se propagan los gérmenes.

Se destaca otra oportunidad para la nube microbiana. Ayudando a investigadores de la escena del crimen (CSI), ya que se podría utilizar los residuos del microbioma para localizar a los delincuentes. Las personas dejan también los microbios en suelo, el aire, los alimentos que consumen, y el agua. Así que en la firma microbiana única del individuo podría ponerlos en la escena de un crimen, o exonerarlos si los microbios de su nube no coinciden.

1 – Meadow JF, Altrichter AE, Bateman AC, Stenson J, Brown G, Green JL, Bohannan BJM. (2015) Humans differ in their personal microbial cloud. PeerJ 3:e1258 https://dx.doi.org/10.7717/peerj.1258

Fuente: http://www.wired.com/2015/09/body-surrounded-clouds-skin-fart-bacteria/